El último sonido. La última palabra. El sabor de ese último punto. La esencia de una pausa. Ese blanco que sublima a esa pausa. Esa misma historia contada de una manera diferente. Ese Cortázar que empieza en Julio, sigue por Florencio y que desborda por Rayuela, que recorre Historias de Cronopios y de Famas y que persigue otras tantas obras del encantador de laberintos textuales.
Un centenario después de su nacimiento. Del nacimiento de un niño que solo sabía leer y escribir y que a los nueve años ya conocía lo que había detrás del ejercicio creativo de escribir una novela. De romper el paisaje de un folio en blanco y agujerear con sus palabras los témpanos que el silencio quiere siempre reinar.
- Punto de Fuga Cortázar por Moisés Suárez
El hombre que vivió a caballo entre su talento y la falta de tiento de una época marcada por la falta de reconocimiento que se le otorgaba a la literatura sudamericana y que decidió inmolarse junto a otros expedicionarios de la palabra como Vargas Llosa o García Márquez entre otros, en una explosión literaria con una onda expansiva que aún nos envuelve y tiene visos de mantenerse mucho tiempo en el ambiente literario.
- El Cortázar de Carlos Neto
Entre tanta letra y elogio fútil al que no necesita elogios ya que todas y cada de sus palabras hablan bien de él, o al menos hablan, que ya es mucho de un escritor de tamaño músculo, el Club Radiofónico de Lectura y Escritura ha querido contribuir a honrar su figura y que además, si por casualidades de la Red, usted busca al maestro Julio Cortázar y cae en medio de este lugar, en medio de esta nada, pueda conocer otra visión, siempre humilde y liberada de petulancia pseudocultural ni borreguil, habremos ganado una silenciosa batalla solo rota por las ondas. Ondas, cierto, al fin y al cabo de todo iba esto. De ondas, de sonidos, de requiebros palabrescos que percuten este espacio.
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